Y el verdugo fue nada menos que este Boca que busca técnico por todos lados, que es la primera vez que ganó de visitante en el torneo y que también se dio el gusto de disfrutar dos victorias seguidas.
Este Independiente es el mismo que alimentó la esperanza desde lo más alto de la tabla durante 5 fechas (de la 8a. a la 13), con 3 puntos por arriba del ahora líder Estudiantes.
Pero las dos derrotas seguidas con Gimnasia y San Lorenzo lo hicieron tambalear. Mostraron que tenía la mandíbula débil.
Ya no era Carlos Monzón. Apenas un boxeador que corría alrededor del ring…
Y le ganó bien Boca el clásico, entonces, más allá de algunas dudas defensivas exhibidas en el arranque por el sector del Negro Ibarra, a quien el pibe Mancuello le había encontrado la vuelta para superarlo y generar peligro por esa franja.
Durante la primera media hora se prestaron la pelota un ratito cada uno. Independiente fue un manojo de nervios y Boca quería acelerar pero no se daba cuenta que tenía puesto el freno de mano.
Casi intercambiaban golpe por golpe. Hasta que Mareque se subió a la moto, cruzó todo el campo, apareció sorpresivamente por la derecha, mandó el centro atrás y Piatti puso el 1 a 0.
Parecía que Independiente tenía el tranquilizante que necesitaba. Pero la alegría le duró un suspiro. Dos minutos más tarde, Chávez se llevó la pelota por delante y Monzón le pegó un fierrazo cruzado de zurda inatajable para Gabbarini.
Un Gabbarini que fue responsable, a los 38, del 2-1 de Boca: tras un córner de Riquelme, despejó Silvera corto, salió mal y sin decisión el arquero local, dudaron todos los defensores de Independiente y Palermo -de espalda al arco- con «el techo» de su cabeza hizo delirar a La Doce y maldecir a todo el Infierno…
Puso todo lo que tenía Gallego en el segundo tiempo. Vallés fue un pistón por la derecha. Y arriba quedó con tres mediapuntas (Piatti-Núñez-Patricio Rodríguez) y dos puntas (Federico González y Silvera).
Fue a matar o morir. Y llegó más Independiente que Boca. Pero el cuadro de Pompei golpeó en el momento justo. Con esos golpes que dejan al rival tirado y mirando al cielo sin entender qué tren lo pasó por encima.
Había entrado Mouche por el inexpresivo Gaitán. Y el delantero armó una jugada con el sello de Messi. De derecha al medio, se sacó a dos de encima y metió un zurdazo que se clavó contra el poste izquierdo. El 3 a 1 no era exagerado.
Después del escándalo (por el excesivo festejo y la expulsión de Mouche), Independiente achicó la diferencia, con el penal de Núñez (mano de Medel) que no cambió nada. Independiente ya había perdido por nocaut…
Por: Julio Chiappetta
Deja un comentario